
La cerámica de Ráquira
La arcilla es la unión del agua, tierra, aire y fuego. También es un material utilizado para los pueblos precolombinos con el fin de llevar agua, trigo y sal. Hoy la cerámica de Ráquira posee un gran valor y son bastante útiles.



Ráquira
Es un municipio del departamento de Boyacá, ubicado en la provincia de Ricaurte. Está dividido en 20 veredas y un casco urbano y dentro de él, la magia del barro se ha apoderado de sus habitantes, para darle forma y valor a las artesanías que hoy ocupan el 75% de la economía del municipio.
El 80% de sus más de 13 mil habitantes se dedican al trabajo de la cerámica y dentro de toda esta producción artesanal tradicional, se destaca una gran diversidad de técnicas, utilizadas principalmente para la elaboración de vasijas utilitarias.

Historias de artesanos
El Sombrero Vueltiao
El sombrero "vueltiao", uno de los símbolos más conocidos y populares de Colombia, es la pieza de artesanía colombiana por excelencia. Los sombreros son obra de los indígenas zenúes, que emplean colores, diseños y técnicas de tejido tradicionales que se remontan a más de mil años. Los zenúes aplican un complejo método tradicional para transformar la fibra natural de caña flecha en unas fibras blancas y negras que, a continuación, tejen formando dibujos que representan elementos totémicos de la cultura zenú. Estos tienen nombres tradicionales, como el corazón del abanico, la flor del cocodrilo, etc. Hoy en día, los zenúes emplean estas técnicas tradicionales para elaborar toda una gama de artículos para la casa.
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Mochilas Wayuu
Las mujeres de la comunidad indígena wayúu, de la península de La Guajira, en la frontera entre Colombia y Venezuela, aseguran que fue Waleker (la araña) quien les enseñó a tejer. Los secretos de sus técnicas de tejido tradicionales forman parte de los ritos de iniciación a los que se someten las adolescentes al hacerse mujeres. Los intrincados kanás(diseños) tejidos a mano son una manifestación ancestral del arte wayúu y representan elementos presentes en la estructura matriarcal de su sociedad, su entorno y su vida diaria.
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Norte: amor animal
Galapa, departamento del Atlántico. Manuel Pertuz recuerda algo así como un acto de magia que pasó en los años 80 en la finca de su padre: su papá tomó un tronco y un machete, empezó a talar y moldear hasta que surgió la cara de un burro. “Desde entonces, se convirtió en mi maestro”, cuenta Pertuz, quien hoy se considera maestro en el arte de hacer máscaras de madera a mano. De los cortes que inflige sobre el material y de una paleta de colores planos, vivos y definidos nacen tigres, burros, chivos, bueyes, marimondas (esas emblemáticas figuras que condensan un animalario africano), con técnicas artesanales aborígenes de Colombia para darle rostro al inmortal carnaval de Barranquilla. Tras la muerte de su padre en 1991 se vinculó a Expoartesanías, lo que le ayudó a ampliar la gama de productos: souvenires, utensilios de cocina y objetos de decoración, inspirados en el reino animal.

Oeste: reflejo de la mente
San Juan, departamento del Chocó. Recolectar la cosecha con canasto era uno de los oficios que Crucelina Chocho observaba desde pequeña con gran curiosidad, hasta que aprendió algo más. “A los 8 años aprendí a tejer con la técnica con chocolatillo, la fibra que inspiró a la comunidad a trabajar canastos desde la palma de wérregue”, cuenta.
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Pertenece a la comunidad indígena wounaan, oriunda del municipio litoral de San Juan, en el Chocó. “Cada canasto narra una historia única”, explica. “Los diseños geométricos significan el pensamiento del hombre, por ejemplo”. Hoy, con un taller propio, Chocho se presenta en esta feria, y ya va por su segunda década como expositora. Desde que comenzó a hacerlo, aprendió que “comprar estos productos significa ayudar a una comunidad, pero también garantizar que nunca conseguirá un producto igual”.

Sur: semillas de creatividad
Pasto, departamento de Nariño. Su trabajo empezó por obligación. Jesús de la Rosa tenía 14 años cuando comenzó a seguir los pasos de su familia: trabajar el tamo (lámina delgada que se obtiene del residuo vegetal del trigo) para hacer decoraciones sobre superficies de objetos, como cajas, vasijas y platos de madera, con colores que recuerdan a las cosechas, a la vida del que trabaja la tierra. Ahora, De la Rosa asegura que su trabajo lo marca la pasión. “Estoy vinculado a Expoartesanías desde hace 14 años, y he aprendido a hacer diseños atractivos, a optimizar procesos para hacer más productos”, explica.
Centro: odas en arcilla
uaduas, departamento de Cundinamarca. Julia Castillo vive rodeada de gallinas; de las reales y de las que salen de sus propias manos. De hecho, hacia 1979, unas gallinas pequeñas se le posaron en sus pies “de una forma muy tierna y especial” y ella, inconscientemente, cogió un poquito de arcilla y comenzó a moldear a los animales a imagen y semejanza.
Su hijo, Carlos Arturo Castillo, que la acompaña en su taller Cerámicas Julia de Guaduas, cuenta que desde entonces empezó a hacer perfumeros, saleros, aceiteras, platos y recipientes, todos inspirados en las gallinas. El taller está vinculado a Expoartesanías desde hace 23 años como expositores. Ahora, madre e hijo buscan establecer una escuela de artesanías en Guaduas para no perder esta tradición.
